LIBROS. Digital y papel

Alfonsina, hacia el mar

El día en que las Brigadas Internacionales se despedían de España en Barcelona, ese 25 de octubre de 1938, en otras tierras de otro continente una mujer moría ahogada en el mar. Se había suicidado.

Su nombre era Alfonsina Storni. La mujer protagonista de la canción Alfonsina y el mar compuesta por el pianista argentino Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna, que popularizó Mercedes Sosa.

Al margen de que todo parece indicar que murió tirándose al mar desde un acantilado y no andando hasta que le cubrieron las olas (como relata la canción), lo cierto es que el final de la escritora argentina nacida en Suiza se venía anunciando tiempo atrás.

Bañándose en el mar algunos años antes de su suicidio, una ola golpeó uno de sus pechos y sintió un fuerte dolor que le hizo perder el conocimiento. La sacaron del agua y la atendieron hasta recuperó la consciencia. Ese dolor tenía un origen siniestro: tenía cáncer de mama. Se operó en mayo de 1935 y cuentan que le quedaron grandes cicatrices.

Mujer con tendencia a la depresión y problemas mentales, el cáncer la encerró más en su atormentada intimidad.

En una ocasión confesó a una amiga: «Si alguna vez supiera que tengo una enfermedad incurable, me mataría. Alejandro –su hijo– puede defenderse y mi madre no necesita de mí».

Poco antes de su muerte, tras publicar su obra Mascarilla y trébol, inscribió este libro en un prestigioso concurso de poesía y le preguntó al director de la Comisión Nacional de Cultura, Juan José de Urquiza: «¿Y si uno muere, a quién le pagan el premio?».

Uno de sus últimos poemas lo envió al Diario La Nación y acababa con estos versos:

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias… Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…