Autoenmienda de Kavafis

El estilo y el sentido de la escritura van evolucionando en la mayoría de las ocasiones en paralelo con la evolución personal de quien escribe. Y puede ocurrir que dos textos con una misma autoría pero con mucho tiempo entre uno y otro acaben siendo casi antagónicos.
Es el caso de los poemas de Constantino Kavafis titulados respectivamente Ítaca y Segunda Odisea.
En el primero dice este poeta nacido en Alejandría que el hogar, el reino añorado de Ítaca, «te ha dado el viaje hermoso» desde Troya y no te ha engañado aunque «la encuentres mísera», puesto que ha sido el viaje de vuelta el que te ha hecho sabio.
Dice este poeta que fue amante de efebos que te ha hecho sabio la isla al forzarte a regresar. Allí recuperas a la tejedora Penélope y descubres al hombre en que se ha convertido Telémaco. Y te pegas un festín de arco y sangre matando unos cuantos triperos que pensaban que toda Ítaca era orégano.
Buen plan.
Pero después, tiempo después, Kavafis escribe ese segundo poema, esa Segunda Odisea, donde todo lo dicho se convierte en «hastío». Ulises se va, ya viejo; se hace otra vez a la mar poniendo proa «hacia Iberia». En esa huida, para más confusión, se siente revivir y «su corazón aventurero, fríamente se alegró» dejando a su espalda la tierra a la que tanto le había costado volver.
Si Kavafis se contradijo, ¿quién se aclara? Que cada cual busque su camino o su mar…