LIBROS. Digital y papel

Cela insiste con Picasso

Para 1958 Camilo José Cela ya había escrito La familia de Pascual Duarte (1942) o La colmena (1951). Además, realizaba una publicación literaria llamada Papeles de Son Armadans (nombre que hace referencia a su casa en Mallorca).

En un momento de ese año se encuentra en Cannes y los planes no le estaban saliendo como deseaba. Había ido a la localidad francesa para entrevistarse con el pintor Pablo Picasso y hacer un especial en sus papeles literarios, pero el malagueño no le hace demasiado caso.

Cela escribe a su mujer:

«Sin poder hablar absolutamente con nadie, la sensación de soledad es total. Estoy un tanto desmoralizado».

Y añade más reflexiones:

«Cannes es –todo él– una inmensa plaza de Gomila. Los maricones se ponen florecitas blancas en la barba y el único que anda en chaqueta por el pueblo soy yo. Me siento más que nunca un campesino».

El escritor había utilizado su relación con Joan Miró (que colaboraba en los Papeles de Son Armadans) para que contactara con Picasso y le hiciera llegar buenas referencias de él y sus intenciones.

Le vuelve a escribir a su mujer:

“Queridísima Charo. Ante mi fracaso de ayer, hoy me presenté por las buenas en casa de Picasso, a las once y media de la mañana. Me costó mucho trabajo que me abrieran la puerta”.

Dicen que al cuarto intento Cela logró hablar con David Douglas Duncan, fotógrafo amigo de Picasso que hablaba español. Este intercedió con el pintor y finalmente el encuentro se produjo, iniciando una relación que llegó a ser de amistad hasta la muerte del malagueño a principios de los años setenta.

Portada del número dedicado a Picasso.