Dos portadas para cien años
Vicente Rojo fue el jefe de Estado Mayor del Ejército republicano durante nuestra Guerra Civil. Su sobrino, también Vicente Rojo, marchó siendo muy niño al exilio mexicano y, a través de sus inclinaciones pictóricas y literarias, acabaría por crear la editorial Era.
En la década de los 60 conoce a Gabriel García Márquez, que había llegado con su familia al país azteca.
“Nos conocimos en México a los primeros días de llegar [Gabriel García Márquez], porque teníamos una amistad con Álvaro Mutis y con una figura muy importante para García Márquez que fue Luis Vicens, su librero, que era catalán y un refugiado republicano, pero que había vivido en Colombia y era alguien muy cercano a Gabo.”
Así lo cuenta en una entrevista a la revista El Heraldo.
“Gabo me pidió esa portada [de Cien años de soledad] dándome el manuscrito y fui uno de los primeros en leerlo (…) me di cuenta de lo excepcional de la obra y de lo difícil que era sintetizar esta novela en una portada.”
Rojo uso diseños de viñetas mexicanos con motivos escolares populares en el siglo XIX, con letras que trazó como si las hubiera hecho un rotulista de barrio, todo ello con colores básicos.
Pero la portada no llegó a tiempo a Buenos Aires, a la Editorial Sudamericana, la encargada de la primera edición de esta obra. Y se buscó una solución de compromiso encargada a la diseñadora Iris Pagano, que elaboró a toda prisa una cubierta con un galeón perdido en medio de una selva azul, que reposa sobre tres plantas amarillas.
El diseño de Rojo fue utilizado en la segunda, tercera y cuarta edición.