LIBROS. Digital y papel

Escribir en el bar

El lugar para la escritura suele tener mucho de litúrgico, y hay quien convierte ese espacio en una especie de santuario aislado del mundo y sus ruidos. También hay quien ha escrito mezclado entre la gente, rodeado del bullicio de quienes van y vienen.

En el caso de nuestro José Hierro, era un poeta que fundamentalmente escribía fuera de su casa. Cuentan que era habitual verle liado con sus textos y sus versos en una cafetería de la Avenida Ciudad de Barcelona, en Madrid (antigua calle del Pacífico, entre la estación de Atocha y el Puente de Vallecas).

Él mismo lo reconocía en una conversación publicada en El País:

Me gusta escribir fuera de casa, en el bar de toda la vida, nada sofisticado.

Otra curiosidad de nuestro Premio Cervantes es que le gustaba mucho viajar, pero solo hasta dónde han llegado “los romanos o sus descendientes”.

Con un tono irónico, añadía:

Comprendo que la India, Japón, lo exótico, es interesante, pero no es lo mío. He visitado el norte de África, pero es que te encuentras coliseos romanos. Y ahora voy a Puerto Rico, donde, desde luego, llegaron nuestras ínclitas razas ubérrimas.

Ínclitas razas ubérrimas, como dijo el gran Darío.