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Hemingway besa la lona

El premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway es, quizá, uno de los escritores con más pasión por el boxeo.
Dicen que durante su estancia en Cuba se hizo amigo de púgiles como Kid Tunero, Kid Agustin y el entrenador Zahonet Deulofeu. Pero no solo eso, muchas personas de su entorno contaron que no fueron pocas las peleas callejeras en las que se metió y que incluso ganó algo de dinero como sparring (combates para entrenamiento de un boxeador) en el Club Americano de París.
Tipo que debía andar por el metro ochenta, era generalmente más grande y más fuerte que la media de los hombres de su época. «Mi escritura no es nada, mi boxeo es todo», llegó a decir.
Alejandro Gamero recuerda en un artículo el combate que Hemingway tuvo con otro escritor llamado Morley Callaghan, que tuvo como resultado un Hemingway en la lona tremendamente enfadado con el encargado de cronometrar el tiempo de los asaltos, que no era otro que el también escritor Scott Fitzerald. Al parecer, Fitzerald se despista y deja pasar más tiempo del estipulado en un asalto, por lo que acaba pidiendo perdón. «Muy bien, Scott… si quieres verme noqueado en la puta lona, solo dilo. Pero no digas que has cometido un error», le contesta Hemingway.
Callaghan escribe después, ya de vuelta en América, un relato con estos hechos que publica en el Herald Tribune. Hemingway y Fitzerald lo consideran exagerado y este último le manda un telegrama a Callaghan para que rectifique. Cosa que no hizo.