LIBROS. Digital y papel

Los poemas que no se quemaron

Cuentan que Emily Dickinson murió dejando en un cajón de su cuarto numerosos poemas. Fue su hermana pequeña, Lavinia, la que los halló. Al parecer, eran 40 volúmenes encuadernados a mano con más de 800 poemas sin publicar y que nadie había leído jamás.

Como una excepción a la tradición existente en aquella época de la América puritana de quemar todos los papeles de los muertos, estos poemas y un gran número de cartas fueron ordenados, editados y publicados.

Así pudo ver la luz la poesía de esta escritora de la localidad de Amherst (Massachussetts, Estados Unidos), que en vida no había logrado publicar ni una docena de poemas.

La editora de todos estos poemas y cartas fue Mabel Todd —dicen que amante del hermano mayor de la escritora, aunque eso tampoco importe demasiado—. El primer volumen de poemas fue publicado en 1890, al año siguiente el segundo. En el año 94 las cartas y el tercer volumen de poemas en 1896.

En la publicación de estas obras también colaboró Thomas Wentworth Higginson, a quien la propia Emily Dickinson había enviado en vida algunos de sus poemas, para pedirle consejo y orientación poética, ya que mantuvo con él una intensa relación epistolar.

Manuscrito original del poema Wild nights, wild nights!.