Un diccionario de amores y desamores
Magda Eclen (Foto de Pau Teixidor).
Prólogo de la obra ‘Un amor para toda la vida‘, escrita e ilustrada por Magda Eclen.
El amor entre dos es algo muy simple. Muy fácil: “Te quiero con toda el alma”. Una atracción muy fuerte que hace que todo lo demás desaparezca y solo le veas a él o a ella. El amor disuelve fronteras y convierte en una sola, a dos personas diferentes. Como ocurre con un banco de peces que, sin una señal externa, de pronto se mueven fluyendo en la misma dirección. Respetando la individualidad, se convierten en un solo ser, en uno superior.
Para amar hay que ser valiente. Hay que querer querer, con muchas ganas, sin miedo. Porque el miedo es lo opuesto al amor. Hay que quedarse desnudo y lanzarse al agua. Y si te ahogas, te fastidias. Pero si amas de verdad, no te ahogas, sino que creces y te haces más individuo, aunque te hagas inseparable del otro o te quedes solo.
El miedo te hace pequeño, miserable, sucio. El miedo es el que genera la dependencia, la ansiedad, la manipulación. Suele ponerse una máscara y parece amor, pero no lo es. Por eso hay que ser valiente, para no acercarse a cualquier cosa: mejor solo y queriéndose a uno mismo, que estar con una persona con la que no creces, con la que ya no puedes crecer.
El amor viene en muchos formatos y el más arrollador, es el amor de pareja, que viene con el maravilloso extra del sexo. Este amor te hace grande, generoso y resplandeciente. Y se nota. En la mirada, en la forma de sonreír, en los gestos que salen del corazón hacia afuera y reparten paz y amor.
¿Existe el amor para siempre, para toda la vida? Sí, porque el amor es eterno, aunque esa eternidad se pueda desplegar en lo que dura una caricia por la nuca o a lo largo de muchos años de vivir uno junto al otro, o tras una sola noche de compartir cama, sujetando la oreja del otro con el puño cerrado.
Intentando comprender este misterio, escribo un Abecedario del Amor, algo básico. Porque el amor es básico. Y transparente. Pero el amor, claro y fuerte como un rayo, con el tiempo empieza a complicarse, a confundirse, a mezclarse y a llenarse de vicios, costumbres y rutinas. Con el Amor no se juega. Ante todo, honestidad. Con uno mismo. Con el otro. Aquí van unas historietas de amor del bueno y del malo, de amor vivo y de amor muerto. Cualquier parecido con la realidad, es lógico. Al final somos hermanos, hijos de Adán y Eva.