En toda reunión de ínfulas literarias, tarde o temprano empiezan a deslizarse citas de algún libro o personaje famoso.
Y que conste que ahí pecamos todos. Una de nuestras favoritas, cuando nos ponemos en plan crítico y destructivo, es aquella de “Delenda est Carthago”. Soltáis esta cita y podéis veniros arriba diciendo que el mundo apesta, que las sociedades están en decadencia y que, como comentaban Les Luthiers, “Todo tiempo pasado… fue anterior”.
Ahora bien, cuidado con las citas, que las carga un mono con pistolas.
Os vamos a advertir en concreto de dos:
“Ladran, Sancho, luego cabalgamos”.
“Elemental, querido Watson”.
Hay que reconocer que son bien chulas y muy apañadas para casi cualquier conversación. Lástima que la primera no aparezca en ninguna página de El Quijote ni la segunda en ninguna de las obras centradas en el famoso detective creado por Arthur Conan Doyle.
Puestos a trasladaros advertencias para tertulias y cuñadismos, cuidadín amigos con “Tócala otra vez Sam”.
Cuidado; primero porque tampoco es una frase que se diga en la película de Casablanca y, segundo, porque es una frase un tanto indefinida respecto de su objeto directo. Y el objeto directo es una cosa muy seria. Ahí lo dejamos.
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Bram Stoker se pegó un día una jamada generosa de langosta (los hay que dicen que fue más bien de cangrejo), a la que siguió una indigestión que le produjo alucinaciones. En concreto, vio a una especie de señor de los vampiros que abandonaba su tumba sediento de sangre humana.
Supongo que impresionado por su propia visión, se dedicó a escribir la historia del hoy famoso conde. Metidos en harina, el bueno de Bram se sirvió de los rasgos físicos de un actor para definir al personaje de su novela.
Sí, para describir a ese sanguinario noble de Transilvania aficionado al empalamiento de sus enemigos y que acabaría siendo el gran señor de los vampiros, Stoker tomó prestada la imagen de Henry Irving.
Este Irving era un actor para el que Stoker trabajó como representante y secretario. Cuentan que debió de ser un tipo de cuidado, insufrible y déspota, por lo que su muerte tuvo que ser una liberación para el escritor. Tanto mal cariño le guardaba a su antiguo jefe que usó sus rasgos para caracterizar al conde Drácula. O sea, que Bela Lugosi fue un actor interpretando a un personaje inspirado en otro actor.
Lo que eriza un tanto el vello de la corcusilla es pensar en otro momento en el que Stoker tuvo la misma visión y vio a su conde. Esa vez no había comido cangrejo. Fue cuando estaba muriéndose y, desencajado, señalaba constantemente a una esquina de la habitación mientras murmuraba ‘Strigoi’, que en rumano quiere decir vampiro. Qué muerte más cabrona.
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William Ernest Henley.
¿Cuál es la unión entre Nelson Mandela y el personaje del famoso pirata Long John Silver de ‘La isla del Tesoro‘?
La respuesta es este señor de la foto.
¿Sigues sin saber de qué hablo? Como dijo Jack ‘el Destripador’, vamos por partes.
El bueno de Mandela, en los muchos años que pasó en la cárcel (antes de quedar libre, llegar a Presidente de Sudáfrica y lograr el Premio Nobel de la Paz), solía releer un poema que le inspiraba. Es el famoso poema conocido como ‘Invictus’. Sí, el mismo que acaba con los siguientes versos:
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.
La traducción a nuestro idioma podría ser algo parecido a: “Soy el dueño de mi destino / soy el capitán de mi alma”.
Versos evocadores que, junto a la evocadora vida del propio Nelson Mandela, protagonizaron la película de Clint Eastwood que lleva el mismo nombre del poema. Un filme basado también en un libro de John Carlin, ‘El factor humano’, que cuenta la importancia del campeonato mundial de rugby que ganó Sudáfrica en 1995 en la superación de las diferencias sociales y raciales de este país.
Vuelvo al poema, más concretamente a su autor, al citado William Ernest Henley, para acercarnos al pirata de la novela de Robert Louis Stevenson. Porque el poeta Henley sufrió de niño tuberculosis y perdió una pierna. La figura de este hombre inspiró a su amigo Stevenson el personaje más carismático de ‘La isla del Tesoro’, ese pirata de pata de palo y loro al hombro tan detestable como lleno de humanidad. John Long Silver es uno de los grandes personajes de la literatura universal.
Así que, curiosidades de la literatura, el poeta que ayudaría a Mandela a soportar mejor la soledad de la cárcel gracias a unos versos sublimes fue también la inspiración para un personaje de novela igualmente sublime. De Mandela a Long John Silver, con permiso de William Ernest Henley.
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TintaMala ha cumplido ya los dos años. Este sueño es cada vez más realidad, sigue creciendo y tratando de asentar su hueco en el mundo de los libros.
Los responsables de su rumbo y algunos expertos/amigos nos hemos escapado un fin de semana a un pueblo de Soria llamado Ciria, donde hemos repensado TintaMala: su filosofía, sus productos y sus servicios, su estrategia de comunicación…
Un fin de semana de este mes de mayo que con toda probabilidad no olvidaremos nunca.
Han sido horas de debate intenso, de discusiones, de propuestas y, cómo no, de risas y esperanza.
Lo de irnos a Ciria no ha sido por casualidad, sino porque allí tiene su proyecto de ‘refugio de ideas’ nuestra amiga Nuria Rita. Es un proyecto que está en construcción y que se llama Casa Tía Julia: un entorno alejado del ruido y la prisa donde generar ideas, donde poder pensar. Un lugar que nos hacía mucha falta.
Próximamente os contaremos cuáles han sido las novedades que hemos desarrollado tras esta reflexión.
Gracias por todo Nuria.
Y gracias, siempre, a Luis Ángel, Eduardo y Javier.
Porque nos habéis dado alas y cerebro.
PD: menos mal que había Cola Cao para desayunar.
PD 2: excelente vino de crianza.
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